Capítulo 5 - Lone Pine

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No nos resultó tan fácil como pensábamos llegar hasta el Zoo Lone Pine, pero finalmente llegamos a las 12:45. Definitivamente, la mejor manera de ir es cogiendo el autobús 445 desde la ciudad que te deja en la puerta.

Pagamos $21 al pedir la entrada con descuento de estudiante, aunque bastó con mostrarlo levemente a través de la ventanilla. Bea tiene caducado el suyo, pero no miraron ni las fotos.

Nos dieron un horario con los shows y actividades que había durante el día y al primer show que llegamos era uno de ovejas guiadas por un perro. Los asiáticos alucinaban, pero para nosotros no era nada espectacular. Antes de finalizar, nos fuimos a ver los canguros.

En una zona bastante grande pero vallada, unos 130 de canguros y wallabies esperaban a los turistas. La mayoría tirados en el césped en algún trozo de sombra y algunos más tímidos se iban, con su peculiar salto, cuando te acercabas.

La siguiente parada obligatoria, los koalas. Pasamos justo por donde se hacen las fotos con ellos y sin dudarlo fuimos a hacernos la nuestra. Ralf (creo que se llamaba así) nos abrazó mientras se le cerraban los ojos. Evidencia de que duermen de 18 a 20 horas al día y el resto las pasan comiendo. Pagamos $16 por la foto que véis bajo, pero una vez que te hacen esa foto, puedes hacer varias fotos más con tu cámara.

El siguiente show era sobre los koalas allí mismo. Nos sentamos en un banco y una chica, con un powerpoint, nos explicó cómo se inició el Lone Pine en 1927 con tan sólo 2 koalas y que ahora ya tenían 130. Era la hora de comer de los koalas y estuvimos viéndolos un rato.

Después fuimos al resto de jaulas donde se veían los dingos, demonios de tasmania (bastante escondidos y dormidos), buhos y demás aves exóticas.

La siguiente actividad que hicimos, fue alimentar a los loros. Un chico colocó recipientes de plástico en un tronco y los llenó de comida. A los pocos segundos, cientos de aves se acercaron para comer. Podías coger los recipientes por un palo y sujetarlo mientras comían las aves.

Cansados ya de ver animales, cogimos el autobús y nos fuimos para casa.

Había hecho mucho sol durante todo el día, pero a falta de 100 metros de llegar , nubes, rayos y gotas como puños nos acompañaron en el retiro quitándonos la idea de irnos mañana a la playa. Aunque... ya veremos como amanece porque los días de esta semana han sido bastante locos.

Bona nit!

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